martes, 2 de febrero de 2016

De la Inocencia

La inocencia es contraria a la "sapientia", a la "rerum cognitio", a la sabiduría. Si Dios creó al hombre fue para que conociera del bien y el mal. Por eso Adán y Eva comieron la mítica manzana para después, asombrados de encontrar sus cuerpos desnudos, cubrieran sus partes con hojas de parra, antes de ser expulsados del Edén en el que moraban y aventurarse solos en los peligros de la selva umbría, de la que nos habla Dante en su comedia. Comenzó así nuestro trágico destino, merced a la desobediencia de nuestros padres que se entregaron a los vicios y pasiones, desasidos de la mano de Dios. El hombre, perdida su inocencia, quiso conocer todo aquello que escapara de la abrumadora trivialidad del paraíso y rechazó la eternidad en la que Dios quiso petrificarlo. Desde entonces su retorno a la inocencia es imposible.


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